lunes, marzo 15, 2010

Estar Lejos


He estado pensando varios días de qué y cómo podría abordar el tema del terremoto en mi país. He pensado en levantar una crítica a quienes no reaccionaron a tiempo, a quienes no aprobaron el presupuesto para que las entidades correspondientes tuvieran lo necesario para responder a una catástrofe probable como ésta. He pensado también en hablar de quienes, horas pasado el terremoto, por televisión me hicieron llorar de angustia y emoción. Hasta que debí apagar la transmisión por internet, porque me di cuenta que llevaba dos días en pijama sin salir de mi casa, con la angustia de estar lejos.
Y entonces de lo único que puedo hablar es de eso. De estar lejos.

De no poder parar de llorar al escuchar a una mujer de Iloca, que perdió todo, dando las gracias porque está sana y tener manos para trabajar. De no saber si juntar ropa será necesariamente útil para ayudar en Chile. De no dejar leer la prensa chilena por internet cada mañana, para saber qué grado fue la última réplica de la madrugada. De no dejar de abrazar a mi novio cada noche y dar gracias porque nuestras familias están sanas y salvas.
Somos muchos los que estamos lejos. Y a todos nos pasó parecido. Nadie podía desenchufarse de las informaciones en los primeros momentos. Pero hubo que hacerlo. Porque aquí sales a la calle y la gente habla otro idioma. Y apenas se enteraron del terremoto. Y tal vez algunos colegas te preguntan si tu familia está bien. Entonces uno tiene que continuar viviendo lo más normalmente posible.
Como deben hacer todos también en Chile. Antes de enloquecer con las réplicas, antes de caer en la angustia de pensar en todo lo que pudo, o lo que puede llegar a pasar. Porque un día podemos tenerlo todo, y otro día no tener nada.
O podemos un día creer estar muy lejos, cuando en verdad, no hemos ido a ninguna parte.