jueves, abril 29, 2010

Ropa de Guagua


Hace unos cinco meses supe que mi hermana mayor estaba embarazada. Una guagua, como el 80% de los casos, inesperada, pero no por eso menos bienvenida.
Entonces luego del shock inicial, han pasado los meses (meses en que no he visto crecer su panza, porque estamos a 20 mil kms de distancia), y me ha caído la teja de que seré tía.
Mi vínculo con las guaguas no es nada directo. No entiendo a mis amigas que babean con sus sobrinos y sobrinas, aunque respeto el amor por los niños, obvio.
Un día (creo que lo conté otra vez en este blog) iba con una amiga por un mall y decidí cambiarme de pasillo porque habían muchos niños juntos. Entonces ella paró y me dijo "Shida !!!!! son niñoooos !!!!" Sí, me hizo sentir como Gargamel. Y sí, soy un poco Gargamel, lo admito. (Esa misma amiga me retó otro día por preguntarle si las guaguas veían en blanco y negro; cosa que yo encontré de lo más normal).
Pero hoy tuve un encuentro del tercer tipo. Paseaba por la primaveral Paris buscando ropa veraniega para mí, y de pronto me vi frente a una vitrina de ropa infantil. De esas que una no entiende para qué existen. Como que ocupan espacio innecesario en los centros comerciales. Hasta ahora, claro. Ahí me vi, mirando trapitos del porte de mi mano (que cuestan lo mismo que uno diez veces más grande) pensando en cómo Amparito (así se llamará mi sobrina) se vería dentro de esa rosada camisetita.
De pronto desperté y me vi con esta camiseta frente a la caja. ¿Qué es estooooooooo????? Estoy absolutamente segura que estas tiendas tienen mensajes ocultos en su música ambiental que hacen olvidar el tema de los pañales, de la papa a las cuatro de la mañana, del reflujo, las encías que duelen, eso sólo por nombrar el comienzo. Qué miedo. Creo que jamás había comprado ropa de guagua en mi vida. Bueno, la verdad es que nunca he tenido una sobrina en mi vida. Así que veremos qué tal resulta este experimento.

Por lo pronto, y para continuar con el episodio, pasé a la librería de enfrente a comprarle un libro con palabras básicas en francés. De esos libros para niños con cartón duro y colores primarios.
Mi hermana me dice que falta un poco para que lea. Que primero estaría bueno esperar a que nazca. Por mi parte, le eché la culpa al mensaje subliminal de la tienda de ropa de guagua. Son ellos los culpables de todo.
De todas formas a Amparito le va a hacer regio saber francés, já.

sábado, abril 24, 2010

Latino: Ser o No Ser, he ahí la cuestión.

Lo que voy a decir no es nada nuevo. Desde que Cristóbal Colón llegó a la que siempre creyó las Indias, se supo que en nuestro continente la cosa era más movida. Más sabrosona. Más picante si quiere Ud.
El cine ha sido un gran promotor de este cliché: el (obrero, panadero, jardinero) latinlover, o la (nana, mesera, secretaria) latina hot. Holywood ha hecho un flaco favor a la imagen del hispanoparlante picarón. Pero como todo cliché, algo de cierto tiene, y algo de exageración también.
En contraparte, existe el prejuicio_mito_cliché del europeo fome. Cuadrado, latero, blancucho, tieso y malo para el mueve_mueve. Excepciones se cuentan, claro, entre europeos latinos: españoles, italianos, portugueses salvan moviendo la patita o siendo más calurosos en sus contactos personales diarios.
Recuerdo mis primeras clases de geografía en la Universidad. La profesora se negaba rotundamente a las teorías positivistas que avalaban el determinismo geográfico. Esto es en dos palabras: los tropicales y bananeros trabajan para la subsistencia porque el calor no te permite otra cosa; los europeos de países fríos se sobrecalientan la cabeza porque no tienen un clima que les permita estar en la playa vegetando. Entonces se ponen a leer, a hacer teorías y a hacerse nudos teóricos en la cabeza. Entonces como yo fui a la universidad a aprender, le compré el asunto completo. Digamos fervientemente ¡no! al determinismo geográfico y sus teorías reduccionistas.
El entusiasmo me duró hasta que crucé el trópico de capricornio y el ecuador en dirección norte. De qué estamos hablando por favor. ¿Qué duda cabe que los habitantes de ciudades andinas con grandes alturas son ultra tranquilos? ¿Es que acaso con menos oxígeno en el cerebro eres igual??
¿Es que alguien puede imaginar que despertar con 28°C a las siete de la mañana es igual que mirar por la ventana y ver oscuridad y nieve? Me hice una determinista geográfica, para el poco orgullo de mi profesora llamada Gloria. Su entusiasmo anti-determinista, no tuvo gloria en mí.

Hoy, llevo casi ocho meses viviendo en Europa. Me pasé el fin del otoño y uno de los peores inviernos que recuerdan los Parisinos en su ciudad (siempre el último es el peor según me he podido dar cuenta). Y yo, que soy una declarada una religiosa de la cultura tropical y bananera, he sufrido como un chancho.
Concordemos que soy chilena. Y que Chile no es un país tropical. Es más, concordemos que cualquier atisbo tropical en Chile (entiéndase música, lentejuela, o exceso a lo Farkas), resulta ser una rotería. Pero una vez escuché a Pato Fernández decir que cualquier persona que haya salido del continente y se haya encontrado con otro latino, las cosas comunes nacen sin mediar segundos. Le encontré toda la razón. La semana pasada me vi en una reunión_carrete junto a una colombiana, una mexicana, un peruano y una española hablando como vecinos que somos. No había ni que traducir mucho. Y pusimos salsa. Y todos, algunos mejor, otros peor, bailamos sin mayor dificultad.
A mí me encantó ver a Américo este último festival (lo vi por youtube mientras afuera de mi ventana caía la nieve). Y no cabe duda de que escuchar una canción de cualquier artista tropical te sube el ánimo y te deja en un nivel de optimismo mayor que si escuchas alguna chanson de cuatro notas bostezona. Ya. Si sé. Europa tiene lo suyo.
La historia, las ciudades, también la gente. La vanguardia que se respira en ciudades como Londres o Berlín, no son comparables a ciudades donde el agua es cristalina y puedes andar a pata pelada todo el día y toda la noche. No son comparables porque son amores distintos. Y resulta de lo más curioso que una saliendo de su país vaya descubriendo cada vez más lo chilena y lo latina que te sientes. Porque el contraste revela el holograma que somos. Y yo no puedo decir otra cosa que por una parte nací en una tierra más fría que el resto de mi continente. Pero que por otra, viendo una mala película de JLO haciendo de nana latina, me siento mucho más identificada con ella que con el patrón intelectual que Chile siempre ha querido ser. Y esa negación de la latinidad que existe en muchos sectores de Chile, junto al desconocimiento de la existencia de otras culturas tropicales (mucho más parecidas a nosotros que la europea) me parece no sólo sospechosa, sino también poco ventajosa para definir en buena forma nuestra retocada identidad.

jueves, abril 22, 2010


El final de un viaje, es siempre el comienzo de otro