viernes, junio 24, 2011

Joris Ivens en Chile: El Documental Entre la Poesía y la Crítica*

Hace un poco más de tres años, recibí una llamada de mi ex-profesora del hoy Magíster de Cine Documental, para que presentáramos un proyecto al Fondo del Audiovisual. El proyecto se trataba de la visita del cineasta holandés Joris Ivens a Chile. Poco y nada se sabía de aquello. Una o dos imágenes y una mala copia de su película A Valparaíso que circulaba por ambientes académicos y cinéfilos era lo que había. Recuerdo que estaba en la Biblioteca Nacional y no podía hablar muy fuerte. No dudé en aceptar. Sólo unos días después estábamos de cabeza junto a Pedro Chaskel y Vivi Erpel, dándole cuerpo al proyecto: Barrer toda la información posible, estrujar los recuerdos esquivos de Pedrito, ajustar los presupuestos a una planilla comprensible, cotizar, cotizar y cotizar.
Y ganamos.


Y comenzamos a buscar, entrevistar, idas y vueltas a la biblioteca nacional, archivos, casas particulares, Santiago- Valparaíso, Paris-Amsterdam-Nijmegen, fundaciones, cinetecas, libros, personajes olvidados, cruzar los dedos para que participantes de esos tiempos aún estuvieran vivos... y más bibilotecas. Todo un camino rasguñando cualquier pista que haya dejado este volador errante en sus visitas a Chile. Maravillosas personas conocimos en el camino. Maravillosas personas que nos dejaron en el camino también: Carlos Böker y Gustavo Becerra.

Luego vino el duro tiempo de la escritura. La prórroga de proyecto, mi estadía en Paris, compartida con la tarea de corregir texto una y otra vez. Mails de ida y vuelta de documentos con control de cambios, demoras, discusiones y colon irritable.

Y aquí estamos. Hoy, luego de tres años de esa primera llamada, el libro se presenta en el marco del XV Festival Internacional de Documentales de Santiago FIDOCS. Al fin. El trabajo terminado, y el convencimiento, sin falsas modestias, que esta publicación es un aporte a la historiografía de nuestro cine nacional.


*Disponible YA en librerías (en Librería Cuarto Propio de calle Esmeralda, tendrán un jugoso descuento).

domingo, junio 05, 2011

La Dictadura del No Femenino




Sábado, madrugada en Santiago de Chile. En un bar bailable la Dj quema los últimos cartuchos, para dejar un gusto dulce en una noche con (demasiado) hit noventero. Timbales, congas y un bandoneón; inconfundible, el baile prohibido, la lambada es lo que suena.
Comienza a operar Animal Planet en su máxima expresión: Los hombres ansiosos se movilizan en los costados de la pista de baile, ya que una canción que hace mover las caderas, siempre motiva más a las mujeres. En este bar suele haber cierto superávit de hombres, lo que no indica que todos sean heteros y disponibles. Pero para el recreo de la vista, se agradece.
Hombres apostados en las orillas de la pista comienzan rápidamente a buscar con la vista. Se me acerca un guapo. Un guapo que ya había visto antes. Que me miraba bailar hace un rato. Obviamente la lambada a esas alturas de la noche, después de horas de harto rock y hip-hop noventero, motiva el movimiento.
- "¿Bailemos?"
Todo indica que voy a decir que sí. Porque es guapo, porque se atreve a bailar lambada (el atrevimiento no es porque el baile sea prohibido en estos tiempos, sino que hay que saberlo bailar. Al menos tener una noción mínima de movimiento pélvico).
- "No, gracias"
Galán guapo retrocede. Entre un poco sorprendido, resignado y, en buen chileno, choreao. Toda la acción dura una fracción de segundo.
Me doy vuelta, miro al guapo y me pregunto cuál es la razón por la que le dije no.
Y sí. Las mujeres queremos bailar, tranquilas, solas, sin ser acosadas. Ya lo explico muy bien en este post. Pero en un esfuerzo empático, y reflexionando en el taxi de vuelta pensé que debe ser bien mala onda estar sacando a bailar, quien sabe si solamente con la intención de sólo bailar, y que te miren feo y te digan que no todo el rato.
Terminado mi minuto empático, reafirmo mi gusto de bailar sola, con las amigas, o con el amigo de turno. Bailar con desconocidos (sobretodo lambada), reanima mi espíritu conservador y todavía soy capaz de escupir al cielo (hasta que ya sabemos lo que pasa...)