jueves, febrero 23, 2012

PostalService

Estos días he recibido correo postal.
Regalos, cartas, libros, fotos. Todo físico. Tocable. Tocable por alguien que eligió eso para ti. Que lo puso en un sobre, escribió con su letra tu dirección, y fue al correo, con la ilusión de calentar tu corazón al otro lado del mundo.
El correo postal, dicen, es una especie en extinción. Como los libros. Como las cartas. Como las postales. Como las fotografías en papel. Justamente toda esa sincronía de cosas que me ha hecho tan feliz estos últimos días. El apocalipsis de la virtualidad, no acabará por reemplazar esa experiencia única.
El teatro no se acabó cuando se desarrolló el cine. El cine no se acabó cuando se desarrolló la televisión. La radio no desapareció con la tv tampoco. El Kindle no superará a un libro que -sin descomponerse- puede guardar granos de arena, de unas vacaciones inolvidables.
Preferir el sur al norte, te deja sin desierto. O sin el abrazo de un bosque.
Todos esos augurios atragantados, olvidan eso que el Sr.Lavoisier enunció hace más de doscientos años, en esta misma ciudad donde estoy plantada ahora.
Respiremos. Mandemos más cartas. Planifiquemos más vacaciones. Comamos más verduras, y digamos más el amor que nos tenemos. Así de budistajipizenmeditabunda. Que no se note (de esa) pobreza.

sábado, febrero 11, 2012

Vietnam: la section Anderson


(Un documental de Pierre Scoendoerffer, 65 minutos, transmitido por el programa Cinq colonnes a l'une, 1967).

Suena la bocina de atención del correo. Todos disimulan no estar ansiosos. O tal vez alguno verdaderamente no lo está. Porque no quiere saber cómo está el mundo allá fuera. Porque con los diez días de lluvia persistentes es suficiente. Porque tal vez su novia dejó de esperarlo, o no quiere leer las letras de su madre, que esconden bajo una cuidada caligrafía, una descuidada angustia que no la deja dormir por las noches.
Un soldado que silba mientras abre una carta, mira a su alrededor y espera enfriar la ansiedad silbando. Qué habrá en ese papel esperado. El secreto que no se sabrá jamás.
El mismo secreto que cada soldado que ha partido a una guerra, se lleva para siempre. Ya sea en el campo de fuego, o cincuenta años más tarde, en una (in)tranquila cama de hospital.