miércoles, febrero 13, 2013

No nos olvidemos de la cabeza


Estoy terminando una maestría en una institución kafkiana: almacena toda la programación, sin parar 24/7 de televisión y radio francesa.  ¿Por qué no seleccionan? Porque un algoritmo, les dio por resultado que seleccionar era más caro que almacenar todo sin cortes.  Luego, se podrá buscar según día, hora, canal, medio, lo que se requiere para diversos objetivos.
La experiencia ha sido maravillosa, agotadora y una inmersión absoluta en lo que significa manejarse en la era digital de hoy, mañana y con vistas a pasado mañana.  Pero tampoco tan lejos.
La era digital nos ha vuelto kafkianos a todos.  Somos almacenadores de cientos de miles de fotos, de videos, de textos, de cientos de archivos, que no sabremos si podremos leer en veinte años más, como podemos hoy leer las cartas escritas hace cinco siglos.  Los símiles a los paleógrafos en la actualidad, recién estamos comenzando a nacer, pero no viviremos para siempre, y la proyección de los sistemas de migración digital, son un desafío día a día.  Tampoco es el Apocalipsis.  Los escribanos de hace cinco siglos, tal vez tampoco imaginaban que los humanos, con ingenio y trabajo, nos las arreglaríamos para leer sus manuscritos públicos y privados, descifrando, como alguien se romperá la cabeza en un siglo más, para descifrar un archivo XML normalizado.  Quién sabe.
Pero hay algo que me da vuelta dentro de toda esta historia: nuestra cabeza.
La capacidad impactante de captar (consciente o inconscientemente), clasificar, asociar, nombrar, almacenar de nuestras cabezas.  (Y usar esa misma cabeza para tratar de entenderlo, termina siendo siempre –tal vez felizmente- limitado).  Las bases de datos más desarrolladas no hacen más que intentar imitar -vaga y torpemente-  el funcionamiento de nuestros lóbulos, sistema neuronal y sinapsis (que me perdonen los neurólogos, pero no soy especialista en el tema).
Y no quiero pecar de nostálgica, pero con tanto almacenamiento Cloud, disco duro, dropbox, Drive, servidores monstruosos, etc, nos olvidamos que hace quince años, nos sabíamos todos los teléfonos de nuestros cercanos de memoria.  También sus cumpleaños.  También sus direcciones, sin necesidad del gps encendido 24/7.
Por cierto que no estoy de acuerdo con la memorización sin sentido.  Pero la memorización conlleva en si misma también un sentido: es una herramienta siempre a mano, cuando no hay luz, cuando se descargó la batería, cuando los sistemas se caen.  Si cuando niños aprendimos que 3 x 3 era igual a 9, siempre –salud mediante-, tendremos nuestra memoria a mano.  Un servidor fiel, que nos acompaña 24/7, y que no debemos olvidar tener en movimiento, en medio de la externalización de la memoria.  La importancia de las imágenes que están almacenadas en nuestros smartphones, tienen sentido porque recordamos dónde las registramos, con quién estábamos, y qué sonidos, olores, recuerdos y sensaciones nos trae volver a mirarlas.  No nos olvidemos de eso.  Sin nuestro servidor mental, no somos nada.

martes, febrero 05, 2013

L'hiver


Ponerse el gorro
Sacarse lo guantes
Sacarse el gorro
Ponerse los guantes

Soltar la bufanda que ahorca
Volver a ponerse el gorro
Gorro, guantes, guantes, gorro,

La bufanda que respira
Los ojos que se empañan

Dedos de yemas insensibles
Pierden el gorro
Los guantes
El frío
La sangre

Se camina rígido
Se quiebra el hielo
La nieve crackea bajo los pies

Guantes
Gorro
Bufanda
Bufanda, guantes, gorro
Entran y salen;
Se ponen, se sacan, se pierden
En el acto masturbatorio del invierno

En casa es igual.
Abrir y cerrar cortinas.
Cerrar y abrir
Entra y sale
luz, noche y gris.

El frío es como la vergüenza,
te penetra vestida,
y sin compasión.