“No son treinta pesos, son treinta años” fue uno de los primeras frases viralizadas ya no sólo en las redes sociales, sino en rayados en los muros de la ciudad, en carteles, gráficas y gritos que se concentraron en las decenas de manifestaciones en diversas ciudades del país. “Hasta que la dignidad se haga costumbre” fue otra de las frases tomadas por la calle. La frase salió de una mujer entrevistada en televisión. Los medios comenzaron a recoger con perplejidad lo que sucedía en este aparente “oasis” que sólo era tal para unos pocos privilegiados -los de siempre- y cuya respuesta fue reaccionar en el mejor de los casos con la misma perplejidad, y en el peor con lo que ya hemos visto con dolor: miedo, represión, terror, fake news, entre otras acciones nada democráticas.
El 24 de noviembre de madrugada se firmó un acuerdo entre distintos sectores políticos del país con el fin de dar algún tipo de respuesta a lo que la calle seguía gritando. Denostado por muchos, discutido por varios, alabado por otros, se firmó un acuerdo para una Nueva Constitución. Una que deje atrás la que dejó la dictadura de Pinochet y sus civiles cómplices. Esa que se reformó, pero que siguió definiendo la posición de individualismo en un sistema neoliberal, con instituciones estatales que se encuentran tergiversadas según el amarre dejado o la contingencia de turno.
Y aquí nos encontramos hoy -pandemia mediante- a días del plebiscito para definir qué deseamos para nuestro futuro como sociedad. Con más preguntas que respuestas, con dolor y rabia por los costos humanos de estos meses, pero aún con la esperanza que todo puede mejorar si seguimos trabajando junt@s. Para que ahora que nos encontramos, sigamos adelante y no nos volvamos a soltar.
*foto de lajuguera.cl