miércoles, febrero 08, 2006

De Güelta

Volví de mi corta estadía en Buenos Aires. Las razones: me compré un par de libros medios caros, regalos para el viudo de verano, mis compañeras de viaje debían seguir rumbo al norte y me di por satisfecha con una semana de recorrer la ciudad, a modo de primer acercamiento (la gracia de ir a Buenos Aires es que es más probable decir que se va a volver).
El transporte es muy barato (como $150 chilenos), las pizzas (para desgracia de mi bikini) también muy baratas (una para dos personas, incluso para tres, $1.000). El tránsito una locura; no existen disco pare ni tampoco ceda el paso. El peatón jamás tiene la razón; ténganlo en cuenta si van por estos días.
Tengan en cuenta también que si viajan en bus, traten de hacerlo en líneas chilenas, aunque salga un poco más caro, son mejores. Y por último, sin van sin pasaporte ¡no pierdan el papel de la aduana! A mí nadie me lo dijo, y pasé harto susto.
En la foto de arriba estamos las tres viajantes en el ultra turístico barrio de la Boca: Estrelicia, Rocío y yo. Ellas dos siguieron rumbo a Uruguay y Brasil. Yo tenía que volver a ver a mi Camafeo, a mi casa, y descansar para hacer la última salida al sur de Chile. Descubrí dos excelentes compañeras de viaje. Además de redescubrir mi amistad con Estrelicia, y reencontrarme con Rocío, una simpatiquísima pequeña que no veía hace años.
No doy más datos de Buenos Aires, porque muuuucha gente ha ido ya. Sólo decir que siempre es recomendable salir de la frontera, cambiar el aire, escuchar otro acento como dije antes. Ver que el mundo no es esta pequeña caja. En estos tiempos, es casi una necesidad.

1 comentario:

camafeo dijo...

Hermosos tus regalos. Pero más hermoso que hayas vuelto, y que todo haya salido como lo planeabas, osea, de pelos.

Que rico tenerte de vuelta.
Besitos

TQT
Tu Pancho