jueves, febrero 23, 2012

PostalService

Estos días he recibido correo postal.
Regalos, cartas, libros, fotos. Todo físico. Tocable. Tocable por alguien que eligió eso para ti. Que lo puso en un sobre, escribió con su letra tu dirección, y fue al correo, con la ilusión de calentar tu corazón al otro lado del mundo.
El correo postal, dicen, es una especie en extinción. Como los libros. Como las cartas. Como las postales. Como las fotografías en papel. Justamente toda esa sincronía de cosas que me ha hecho tan feliz estos últimos días. El apocalipsis de la virtualidad, no acabará por reemplazar esa experiencia única.
El teatro no se acabó cuando se desarrolló el cine. El cine no se acabó cuando se desarrolló la televisión. La radio no desapareció con la tv tampoco. El Kindle no superará a un libro que -sin descomponerse- puede guardar granos de arena, de unas vacaciones inolvidables.
Preferir el sur al norte, te deja sin desierto. O sin el abrazo de un bosque.
Todos esos augurios atragantados, olvidan eso que el Sr.Lavoisier enunció hace más de doscientos años, en esta misma ciudad donde estoy plantada ahora.
Respiremos. Mandemos más cartas. Planifiquemos más vacaciones. Comamos más verduras, y digamos más el amor que nos tenemos. Así de budistajipizenmeditabunda. Que no se note (de esa) pobreza.

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