Ayer, en una reunión familiar (sí, de esas con hartos tíos, asado, acordeón y guitarra), supe que dos primitos míos tienen polola. Su primera polola. Y que andan vueltos locos con el asunto. Y bueno, los papás, mis tíos, tienen un poco de susto obvio por todo lo que se les viene encima. Los niños ya no son tan niños, y la idea es cuidarlos para que no se conviertan en adultos-adultos, antes de tiempo.
También, hace unos días atrás, hablábamos con mi novio sobre esa época del primer pololeo, del primer encuentro, de cuando las hormonas están revolucionadas al máximo, y lo mejor de todo es que él o ella que está al frente tuyo, también siente lo mismo.
Se acuerdan uds. de esa sensación? de ese pequeño vértigo que te hizo olvidar todo, pero todo; que había que estudiar, que había que llegar temprano a la casa, que era el cumpleaños de un amigo o amiga, que tenías que ir a buscar a tu hermano chico a alguna parte. Todo daba exactamente lo mismo... lo más importante del día es si ibas o no a ver a tu enamorado(a), como dicen tan poéticamente en Brasil.
Cuando nos acordábamos de eso con mi novio, nos brillaban los ojos, y es curioso, porque nosotros vinimos a toparnos de frente, después de ese nido de mariposas. Pero es algo que está ahí, es (por cliché que suene) un recuerdo atesorado al que se quiere recurrir sólo algunas veces, para que no se gaste. Para que no se vuelva común.
El primer pololeo, así como en serio, de esos en que uno cree que va a estar para siempre con el (o la) otro(a), está lleno de mariposas y preciosos descubrimientos. Por eso es invaluable. Sea como sea que haya terminado después.
Sin embargo, mientras conversábamos, le dije que es cierto, que esas mariposas en la guata, la magia como hablamos una vez con una amiga, son únicas casi irrepetibles, y pareciera que uno lo sabe, por eso da lo mismo asumir todos los riesgos con tal de vivir el momento a concho.
Pero también es cierto que cuando, pasada agua bajo el puente, volvemos a enamorarnos de alguien, esa misma sensación vuelve a repetirse. Seguramente no es taaan vertiginosa como la primera vez, porque hay experiencia... ya no es LA primera vez, en que no sabes ni cómo actuar, ni cómo va a seguir todo.
Para mí por ejemplo, acordarme del primer beso que le di al Pancho, mi novio, es un tesoro lleno de mariposas que se escapan con sólo recordarlo. Es lindo. Y lo sigue siendo.
Aunque haya pasado agua bajo el puente, menos mal, siempre podemos volver a sentirlo.
(este maldito blogguer no me deja subir la linda imagen que elegí)
5 comentarios:
Ay... amaneciste tan romántica. Recuerdo esa sensación de los primeros besos, tan rica. Los de más chica, con ese sonido tan especial, apagado, ansioso.
Los últimos, más suaves, más certeros.
Que rico es estar enamorada.
v.
Toda la razón... y me acordé de algo:
"Pero debo confesarte que estar aquí contigo
es mejor que cualquier recuerdo
que pueda yo cargar
debo confesarte que vivir esto contigo
es mejor que cualquier mirada
que pueda yo cargar"
Te amo
P.
He vuelto a sentir lo mismo varias veces. Pero lo mismo-mismo, incluso mejor. porque uno con los años valora más todavía el cruce mágico entre un hombre y una mujer (cuando chica sentía que era una obligación de la vdia que sucediera). Me gusta mucho esa sensación de no poder quedarse dormida de tantas iágnes y emociones, de querer que sea rápido el día siguiente para saber de él.
hola shidi...
yo...muda...sincomentarios..pa que escribir..si usted sabe todo lo relativo ese organo vital mio...
cuidese
Gracias por tu visita, ya me pasearé por tu casa bloguera con tiempo.
Un gran abrazo.
Shlomit.
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