lunes, noviembre 19, 2007

Francamente


Hace un par de semanas vi cinco cortometrajes de realizadores jóvenes españoles, referidos a sus visiones de Franco ("Entre el Dictador y Yo", Juan Antonio Barrero, Raúl Cuevas, Guillem López, Mónica Rovira, Sandra Ruesga y Elia Urquiza, España, 2005).
Conversando con una de las realizadoras luego de verlos, le pregunté si fue una sorpresa que todas las pelis terminaran mostrando que Franco es mucho menos repudiado de lo que uno se imagina en la sociedad española. Es decir, en variadas ocasiones, la gente de la calle, los padres o parientes de los realizadores respondían ante una pregunta sobre la época de Franco "Deja ya tía, que Franco está muerto, fueron muchos años viviendo en su régimen, nosotros ya estábamos acostumbrados". Ella dijo que sí, que fue una sorpresa para todos los realizadores, porque justamente todos participaban en acciones democráticas o pro-derechos humanos.

Pero los seres humanos somos raros, y nos acostumbramos a cualquier cosa parece.
Anoche cuando vi las imágenes de las manifestaciones del aniversario de muerte de Franco, volvió esa imagen de los españoles, ya no sólo siendo indiferentes a los 39 años que estuvo gobernando dictatorialmente este señor, sino elevando su nombre a calidad de mártir o prócer de la patria. No digo que sean todos obviamente, pero el asunto es complejo. Es más fácil cambiar el sistema económico que la mentalidad de las personas dicen.
Pero a mí la polarización de la sociedad española no me deja indiferente. Así como en sobremesas he discutido con mis amigos la influencia de la monarquía española en su sociedad a raíz del altercado "Por qué no te callas" versus Chávez, encuentro que revivir marchas con gente saludando al General que les gobernó casi cuatro décadas, no precisamente en un gobierno de libertad, es al menos para ponerle ojo.
Por un asunto de conciencia más que todo... Por la responsabilidad de no olvidar que hubo muchos quienes durante décadas no pudieron caminar libremente por las calles de sus ciudades, ya sea por allá, o por estos lados también.

1 comentario:

L Mery dijo...

es que el tiempo todo lo adormece, de ahí el valor testimonial de los documentales, su posibilidad de abrir miradas al pasado, cuando se revisan con cierta distancia en el tiempo. Viste El Telon de Azucar? aún a pesar de la mano temblorosa es a eso a lo que me refiero con lo del valor del docu... rozar la objetividad con la suma de los testimonios, aún desde la subjetiva mirada personal. Uy que me quedo enredado esto. Mis saludos, L.