viernes, junio 24, 2005

Las Frivolidades del Mundo Mundano




Ok, sé que es un poco arriesgado poner este comentario por sobre la cabeza de una respetable Madre de Mayo, pero hoy me dio un ataque de frivolidad, y bueno este es mi blog y en mi cabeza todas estas cosas increíblemente conviven simultáneamente.
Todos (y todas por supuesto) tenemos nuestro fetiche (ojo que lo digo en el mejor sentido de la palabra). Carrie Bradshaw se gastaba miles de dólares en zapatos (innolvidables sus Manolo Blahnick), Eva Perón, con sus descamisados y todo, tenía unas joyas exclusivas que le pesaban más que la conciencia, mi amiga la Gorda, se gasta las tres cuartas partes de su sueldo en faldas y tapa-rabos.
Yo, por mi parte, exhibo toda mi parte materialista-femenina-neoliberal-fetichista en mi adicción a las carteras y bolsos. La verdad que no tengo tanta(o)s como quisiera. De hecho hace tiempo ando buscando una cartera verde linda, útil (hoy vi una que era bonita y barata, pero no me cabe más que el carnet de identidad en ella) y no muy cara por cierto.
Bueno, hoy día camino a mi casa, después de ver un concierto de Leo Maslíah (vayan a verlo si pueden, es como el padre uruguayo de Felo, para morirse de la risa) mi única tarea era sacar plata del cajero automático y volver a mi hogar. Pero no, ahí, mientras estaba dinero en mano, fresco, estirado, recién sacado del cajero... Satanás se presentó ante mí en forma de cartera, y lo peor, en oferta. Vi el deterioro notable del bolso que llevaba conmigo, el precio rebajado de ese preciado manjar, y no pude, mi dinero planchadito del cajero, se lo llevó el demonio con descuento.
El verano pasado, íbamos con unas amigas a buscar unas entradas al mall de Viña. Sólo a eso. Bueno, obviamente aquello terminó en compras de zapatos, pantalones, parkas y obviamente carteras. Yo me sentía culpable y consumista. Mientras yo me gastaba ese dinero, cuántas necesidades en el mundo no estaban cubiertas. Pero vino mi amiga Moni, y con su sabiduría práctica me dijo "Oye Shidi, te sacaste la mierda trabajando no?" "Sí", le contesté con cara de perro degollado mirándola con la vista al techo. Entonces claro, tenía razón, me había dejado humillar por los ciento cincuenta jefes que tenía, y por cuanta vieja loca se le hubiera ocurrido que la había atendido mal. Así que me lo merecía.
Hoy día no sé si me lo merecía taaanto... pero la cartera estaba con un cincuenta por ciento de descuento, y por último si no me lo merecía yo, ella sí se merecía que yo la sacara de ahí.
Un par de sitios de carteras:

2 comentarios:

Natalia del Campo dijo...

Es increible la cantidad de argumentos que las mujeres podemos dar para dejar de sentirnos mal al comprarnos algo "frivolo". Que de frivolo no tiene nada. Ya sea "me saque la cresta trabajando", "no tengo cartera", "no puedo ir con cualquier cosa a la pega", "es que tengo un matrimonio", "necesitaba algo para subirme el animo". Para qué digo yo. Y todavia no encuentro la explicacion. Para que tanta culpa. En fin.

pd: gracias por tener a sandia linkeado. De veras, se agradece...

Shidi ! dijo...

De nada, un honor recibir su visita. Claro reconozco que finalmente todo es una justificación por nuestro consumo... Pero bue... se trata de no hacerlo mucho, o al menos tomárselo con humor