lunes, julio 25, 2005

Domingo



Despierto tarde... bien tarde, más allá del mediodía. El silencio me permite esta cura de sueño necesaria.
En la tarde me siento a leer en la terraza, hay un sol increíble... tenue pero bastante tibio como para disfrutar de él. De pronto aparece Tita chillando miau desde lejos. La tomo y mientras sus pelos vuelan, pienso en la alergia que me producen los pelos de animales. No importa, estos días son míos, ya me bancaré la picazón de nariz. Debo decirle a Tita que no puedo seguir haciéndole cariño, tengo que leerme un libro hoy. Tita muerde mi lápiz como diciéndome que tengo que seguirle haciendo cariño, por haberla dejado tanto rato sin comer hoy en la mañana. Al rato llega Joaquín (una especie de Setter), me libera de la tarea y juega en mis pies con la Tita. Al último todo sonzo y con su negro brillante llega Diego. Los tres se estiran cerca mío, también disfrutando del sol. Yo leo mi libro, casi lo termino, cuando me paro en busca de un vaso de agua... Los tres se quedan ahí, estrujando los últimos rayos de calor. No se mueven, porque saben que volveré. Saben que tenemos unos días juntos aún por delante.
Yo camino a mi vaso de agua, paso por el compu, y no puedo evitar escribir esto.

2 comentarios:

camafeo dijo...

Hoy es lunes, también hay buen sol.

Quizás ahora mires a la Tita o a los perros y sientas el sonido del silencio.

Yo pienso en tí, te he extrañado, pero sé que tendrá abundantes frutos tu retiro.

Cuento las horas....

Anónimo dijo...

Quién dijo que los Domingos son aburridos ? Sin necesidad de hacer nada del otro mundo, disfrutaste del sol, de tus gatitos y de escribir. En las cosas simples está la verdadera felicidad.