
Es bien raro esto del cambio de año, más si se considera que nosotros nos regimos por el cambio de año del norte, y no el que ancestralmente nos correspondería... por el asunto de las cosechas, la tierra que renace, y todo eso cuasi desconocido para seres tan urbanos como Ud. amable lector, o como yo humilde bloguera.
Bueno, decía, que es raro, porque es como la autoportunidad que todos nos damos para "empezar de nuevo". Cosa bastante hipotética y simbólica, por decir lo menos, porque no hay nada más mentiroso que pensar que se puede partir de la nada, pero en fin. Mi reflexión apunta a algo que le ha pasado a todo el mundo que su carnet indica que tiene más de un cuarto de siglo.
Yo este año cumplo 25. Y ya se me nota, por ejemplo:
- Con él ya no sólo miramos los catálogos de zapatillas y ropa, sino también los de muebles del hogar, vajillas, box spring, etc.
- Además de preocuparme de hacer algo que me haga feliz, estoy paralelamente pensando cuán útil me servirá eso para pagar mis cuentas a futuro.
- Amigas están teniendo guaguas
- Me he sorprendido en el burgués, anticuado y ridículo acto de hablar de "nanas"
- Para ir a acampar estoy cotizando un colchón inflable
- Estoy considerando que de recibir un dinero extra podría pagar el pie de un auto en lugar de viajar
- Mi meta más cercana en la vida, es terminar el postítulo, trabajar e irme de mi casa para pintarla del color que se me plante.
No me siento orgullosa de ninguna de las cosas arriba expuestas, pero es así. No creo que sea la única a la que le pasa esto, y supongo que no es taaaan negativo tampoco. Ambiciones burguesas, claro que sí... toda la razón. Pero tiene que ver con la necesidad terrible de independencia. Esa misma que uno cuando tiene 16 (aquí en Chile por lo menos), encuentra medio loco eso de la gente que le guste pagar sus propias cuentas. Ya vendrá el día. Por ahora junto plata para mis días de independencia: las vacaciones.