martes, mayo 17, 2011

Todavía Tengo Veinte: Mi Primer Contorno de Ojos


No es novedad que la sociedad es cruel. Exponencialmente cruel con el género femenino. Una selva despiadada y frívola con quien se escapa del canon joven-flaca-exitosa (y ojalá siempre de buen humor).
Hoy día quiero hacer mi frívola declaración de principios: todavía tengo veinte (sí, ya sé, estoy rasguñando los treinta, pero no me importa), y mientras me entero que mis amigas tienen guaguas y están embarazadas (una guagua siempre es una bendición, dice Magdalena mi madre), yo me compré mi primera crema de contorno de ojos.
Algún antepasado (vaya a saber una si árabe o sefaradí), me hizo heredar ojeras que se han acentuado con mi apurado estilo de vida actual, y mi eterna falta de sueño. Entonces decidí que había llegado la hora y fui por mi producto ad-hoc.
Decidí empezar por lo más natural y bio posible: un gel de rosas y aloe bio. Todo bien Bio. No probado en animales, ni con muchas equis "x" en los compuestos y que me rejura en la caja en un alemán muy verde, que es un producto de agricultura biológica.
Gracias a Dior aún puedo darme el lujo de probar cremas Bio antes de siquiera pensar en meterme una jeringa con toxinas. Estoy segura que el uso de elementos químicos invasivos, como el bótox por ejemplo, tendrán una consecuencia que nuestras inocentes generaciones aún no han visto. Así que mientras, les voy contando qué tal me va con las cremas (al menos mientras me sigan rondando los veintisiempre).

jueves, mayo 12, 2011


Yo no hago el amor,
lo desarmo.
Por el puro gusto de volverlo a armar.

(Damsi Figueroa Autoreconocimiento)

sábado, mayo 07, 2011

El Secreto de Sus Ojos


Sé que este comentario llega con dos años de retraso... Pero, ya saben, más vale tarde que nunca.
El Secreto de Sus Ojos, es una película del argentino J.J. Campanella, basada en la novela La Pregunta de sus Ojos de Eduardo Sacheri, ganadora del Oscar a mejor película extranjera el año 2009, entre otros muchos premios.
Cuando estrenaron esta película, vivía en Paris y no tuve la posibilidad de verla en salas. Quedó pendiente en la agenda, como los miles de libros que tengo que leer y cientos de películas que tengo por ver...
Gracias a la maravilla que nos regala cuevana.tv a los amantes del cine y las series, acabo de terminar de verla.
Lo primero que puedo decir, es que apenas parte la película dije "NO ! otra vez otra película argentina con esos textos en off, descriptivos de intimidades que hacen bostezar". Esos pensamientos relatados que están bien para películas sub 12, pero que a estas alturas del partido, resultan insultantes.
Entonces vino la suave sorpresa, la graciosa invitación a dejarse llevar igual. Por la curiosidad. Por la historia. Por las palabras y las actuaciones que, de pura desconfianza, te hacen seguir viéndola.
No soy realizadora profesional, ni experta erudita en séptimo arte, pero algo aprendí cuando estudié cine, y algo he ido aprendiendo en el ejercicio del oficio. Uno va sabiendo las mañas de los directores, de los guionistas, de los actores para contar la historia de determinada forma. Son millones de detalles imposibles de desmenuzar en un post, porque tienen que ver con nuestra esencia de seres humanos, de cómo una mirada, un color o un sonido nos producen tal o cual efecto sensorial (la mayoría de las veces de manera inconsciente). Esta es justamente la maravilla apasionante del cine.
El Secreto de sus Ojos como buena película, está llena de trucos y clichés del mundo cinematográfico (bueno, Darín es casi ya un cliché del cine trasandino). También tiene los infaltables güiños a otras realizaciones (la mirada del principio me trasladó inevitablemente a Los Amantes del Círculo Polar), y a maneras de hacer que el espectador entre en un estado emocional por default: la escena de la despedida en el tren, las miradas y frases cortas de los protagonistas por ejemplo, la música como fondo de un travelling o de un fade. Pero ¿qué creación artística no es desde un punto de vista un cliché? No vamos a pedir que alguien venga a inventar la pólvora...
La gracia está en ocupar esos artilugios a tu favor. De generar atención, tensión, emoción. Y este trabajo de Juan José Campanella, a gusto personal, lo logra absolutamente. La disfruté tanto, que quise verla en dos tandas, para que no se acabara tan pronto. Como los buenos libros que da pena terminar.
Y siempre es buen momento de ver buenas películas pendientes.