Leo en una revista a un actor treintañero diciendo que nuestra generación no tiene sueños ni utopías. Veo a quienes vivieron prisión, tortura, exilio, retorno, reencanto, renacimiento y reacomodo, que se levantaron, recogieron su historia y aún, casi por milagro, siguen vivos. Algunos con más voz que otros. Algunos más resilientes que otros. Me vuelve la idea de que "nuestra generación no tiene grandes compromisos ni sueños". Sociales, claro. En conjunto. Como ese sueño impresionante que se cuela en cada discurso, en cada película, en cada declaración sindical, ecuménica e incluso eclesiástica de hace cuarenta años atrás. Se me viene la imagen vista hace un mes y medio en Paris: La torre floreada, luchando con un martillo que la aplastaba. Floreada entera, representando la década de los sesenta. Cuando en Chile tres gatos (quizás quince o veinte, pero minoría igual), se juntaron a hacer cine con el vuelto del pan. Porque había una sociedad que mostrar. Porque Ecran no les era suficiente. Porque era necesario mirarse hacia adentro, filmar artesanos del mimbre, hospitales psquiátricos patéticos e inhumanos, marchas de trabajadores conscientes de sus derechos, poblaciones miserables con niños ignorantes de su tragedia. Entonces vino el golpe con su martillo y todo se desplomó y desplumó. Y entonces el mundo también cambió. A veces sueltan las ganas de rabiar, patalear y desgañitarse contra esa generación que luchó tanto por un ideal tan naif. Decirles que cómo cresta pudieron ser tan inocentes, y de paso, quitarle el peso, la legitimidad a que las próximas generaciones pudieran luchar por su sueño. Porque se corroboró que con sueños no basta. Y eso es lo que nos tocó a nosotros. La realidad. Encontrarnos de frente y con todo el mundo. A través del chat, del cine, el video, la música, el idioma, los aviones. Nos tocó reflexionar sobre "un siglo interesante" (diría Hobsbawn), sobre los mejores y también los peores hechos que como especie humana pudimos cometer. Tenemos la labor de expresar lo que nos pasa como individuos, ir hacia adentro y conversar. Pero sobre todo conversar. Hablar de lo que nos pasa, mirarnos. Tal vez hasta ponernos de acuerdo. O tal vez no. Sólo contarnos qué nos pasa, para comenzar a pensar que lo que pasó atrás no fue en vano. Que los maestros que miramos con cariño y admiración no sólo son fósiles vivientes, sino también carne, corazón, historia, valentía y dolor. Que debemos aprender de ellos, abrazarlos y conversar. Algo que, se escucha irreflexivamente decir, ya no se hace. Para mí, hoy estamos más comunicados que nunca y eso, debe ser una ventaja, no una medusa satánica de la cual hay que huir.
sábado, agosto 29, 2009
El Paso (y Peso) de Una Generación
martes, agosto 18, 2009
Sobrevolaré el aliento de la pasiónposible. Aleteando en viento contrario.
No estaré en las presidenciales. Ni en el escupir indómito de las flores en octubre. Ni en el atardecer de los escolares en manga corta. Ni en el infatigable banquete del 3 de noviembre
PeroestarenParis.
lunes, agosto 17, 2009
REW

Suena el teléfono
No estoy en casa
Decidí morir
antes del primer grito
El huevo se desquiebra
clara y yema
vuelven a juntarse.
Las abraza una cáscara
Nunca tecleé
ni fotografié
ni llené cintas
El zancudo devuelve mi sangre,
las manos vuelven a mi vientre
la tinta vuelve al lápiz
las letras al libro
He vlt
he vlto
he vuelto
miércoles, agosto 12, 2009
Alfombra Mágica

Y veía que sus conductoras se subían a la Alfombra Mágica, decían las palabras, y cambiaban de lugar.
Y partían sin nada. Literalmente con lo puesto arriba de la alfombra.
Entonces miro la cantidad de cosas acumuladas que tengo en mi pieza, y el porte enano de mi maleta.
Y me gusta.
La alfombra no puede llevar muchos kilos. Y eso me gusta.
Me gusta comenzar a despedirme de la ciudad de esta forma también.
sábado, agosto 08, 2009
Fenomenología de la Guata

Hace unas semanas hablábamos con M de cómo nos hemos ido dando cuenta que con el paso de los años estamos escuchando más la guata. (Según J la guata tiene más neurotransmisores que el cerebro). Con escuchar la guata me refiero al acto simple y complejo de decir "esto sí" "esto no". ¿Por qué? Porque algo adentro, que no sé en su caso, mi estimad@ lector@, pero en el mío, se traduce en un apretón o un aviso que emerge claramente desde el vientre y que dice "hay que salir de aquí" o "aquí es donde hay que seguir por ahora".
En esta misma conversación M me contaba que en un artículo que leyó en la revista Geo, se abordaba el tema de la intuición con una conclusión bastante lógica. Nosotros, especie humana, tenemos la capacidad de recepcionar millones de estímulos que ingresan a nuestro cuerpo de las más distintas maneras. Los más normales y conocidos son nuestros cinco sentidos. Entre medio, (no olvidemos a Freud), está el incosciente almacenando una cantidad incalculable de situaciones que no somos capaces (afortunadamente) de asimilar racionalmente. Tenemos entonces estos estímulos ingresando constantemente. A ello se suman nuestras experiencias previas. El típico caso de que si alguna vez tocaste el fuego y te quemaste; pues es más probable que lo pienses dos veces antes de volver a hacerlo.
Entonces la intuición y el hacerle caso a la guata, que resulta ser un vocero de estos millones de estímulos, sumados a nuestras experiencias previas, resulta de lo más lógico que hay.
Pero para que este aviso abdominal sea efectivo, la experiencia previa es básica. Aunque el estímulo del peligro haya ingresado por millones a nuestro cuerpo, no es posible advertir el riesgo si no tenemos aquella historia (consciente o incosciente) que nos enseñó que el porrazo puede ser fuerte.
Si esto resulta tan evidente, nuestra tarea entonces está en no ser tan extremadamente porfiados. Porque está bien dudar, reflexionar, barajar las opciones. Pero no olvide, en el momento de tomar una decisión, que los millones de estímulos por segundo que podemos captar, pueden haber hecho click, recordándonos mediante un apretón de guata que es el momento justo e indicado para tomar esa decisión que creemos puede ser la correcta. Y si por casualidad no lo fue; alégrese Ud. ! Tendrá el aprendizaje previo que más adelante le recordará que, aunque somos humanos y tropezamos dos veces con la misma piedra, es posible y necesario hacerle caso a esta cosquilla estomacal resumida como intuición.